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Respuesta en ciudades afectadas por la guerra o la violencia

Los humanitarios no sólo deben trabajar en la ciudad, sino con la ciudad

El 4 de mayo de 2023, el Geneva Cities Hub, junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Misión de Suiza ante la ONU organizaron un acto presencial en Villa Rigot sobre "Respuesta a los conflictos armados y la violencia en las ciudades". El acto reunió a expertos humanitarios y donantes para debatir el acuciante problema de la guerra y la violencia en las ciudades y su impacto en las comunidades urbanas, así como el modo en que el personal humanitario debe trabajar en esos contextos.

Charles Deutscher, Asesor político del CICR y autor del informe "Presentes y comprometidos: cómo responde el CICR a los conflictos armados y la violencia en las ciudades"En su discurso de clausura de la conferencia, el Secretario General de la ONU destacó la importancia de reconocer las distintas necesidades humanitarias que surgen en los entornos urbanos, dada su escala, el número de personas afectadas y la experiencia necesaria para operar en estos contextos complejos. Aunque la responsabilidad de reducir el sufrimiento humano incumbe indudablemente a los Estados y a los portadores de armas, los actores humanitarios tienen que adaptar sus respuestas para responder a estas necesidades humanitarias urbanas diferenciadas en el marco de una respuesta multidisciplinar. Tener en cuenta los distintos sistemas urbanos que representan ámbitos interconectados de la vida urbana - la comunidad, la economía, la gobernanza y los servicios - puede contribuir a este fin proporcionando un marco conceptual práctico para la respuesta humanitaria. Charles insistió también en la necesidad de que el sistema humanitario colabore estrechamente con otros actores, incluidas las autoridades locales y el sector privado, para apoyar a las personas y a los sistemas urbanos de los que dependen, sobre todo a largo plazo. A este respecto François Grünewald, Director de Prospectiva Estratégica de Groupe URD, subraya que las organizaciones humanitarias suelen dudar a la hora de colaborar con los alcaldes, porque se les percibe como actores políticos. En consecuencia, se les ha dejado de lado en gran medida. Sin embargo, los alcaldes son actores e interlocutores clave para el personal humanitario que trabaja en una ciudad afectada por la guerra o la violencia.

Por eso se invitó a las autoridades locales al acto. Rashdi Adiong, Director General de la Junta del Agua en Marawi, Filipinas, y Renan Ferreirinha, Secretario de Educación de Río de Janeiro (Brasil), compartieron sus experiencias, arrojando luz sobre los complejos problemas que deben afrontar las ciudades en tiempos de conflicto armado y violencia.

En Marawi, las hostilidades de 2017 obligaron a más de 100.000 civiles a abandonar sus hogares y refugiarse en albergues provisionales gestionados por el Gobierno. El CICR, en colaboración con la Cruz Roja Filipina, respondió, incluso transportando agua en camiones desde la estación de bombeo principal hasta los refugios transitorios. Sin embargo, esto no fue suficiente para satisfacer las necesidades de los desplazados y de la población urbana restante. Así pues, las autoridades locales, con la ayuda del CICR y de otros actores humanitarios y de desarrollo, colaboraron para reparar y sustituir las infraestructuras hídricas dañadas o destruidas por el conflicto (estaciones de bombeo, tuberías), restablecer el suministro de agua potable y el funcionamiento del sistema de residuos, y reforzar así la resiliencia de la ciudad y de su población en general.

Renan Ferreirinha habló de los retos a los que se enfrenta el sistema educativo de Río de Janeiro (el mayor sistema municipal de América Latina, que atiende a más de 700.000 niños). La violencia urbana interrumpe la prestación de servicios públicos esenciales, como la educación, al hacer peligroso o imposible que alumnos y profesores acudan a la escuela. En Río de Janeiro, 60% de las escuelas están situadas en lugares considerados inseguros. En respuesta a esta difícil realidad, el gobierno local ha puesto en marcha una metodología de gestión de riesgos (Marco para un acceso más seguro a los servicios públicos esenciales) con la ayuda del CICR, para reforzar la resiliencia de las escuelas y ayudarlas a reducir, mitigar y responder a las consecuencias de la exposición a la violencia armada. Por ejemplo, cuando se produce un aumento de la violencia y las amenazas en las proximidades de una escuela, se envía una notificación a los directores para que tomen las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los alumnos y los profesores y minimizar las interrupciones de la educación. La metodología ha tenido mucho éxito y ha permitido reducir considerablemente el cierre de escuelas por violencia armada, y se está ampliando a otras ciudades del país.

El debate que siguió abordó los retos a los que se enfrentan los trabajadores humanitarios cuando actúan en ciudades parcial o totalmente destruidas por la guerra: dificultad para aplicar un enfoque verdaderamente multidisciplinar, en colaboración con las autoridades locales; actuación en entornos peligrosos con restos explosivos de guerra; asistencia a quienes no se sabe que "están en la ciudad" (migrantes indocumentados, personas sin hogar, refugiados no registrados, etc.); enfoques para implicar a los grupos armados; actores humanitarios mal equipados para responder a las necesidades de recuperación a largo plazo y papel de los actores del desarrollo a ese respecto, en particular en relación con la resiliencia de los habitantes urbanos.); los enfoques para implicar a los grupos armados; los agentes humanitarios mal equipados para responder a las necesidades de recuperación a largo plazo y el papel de los agentes de desarrollo a este respecto, en particular en relación con la resiliencia de los habitantes y el sistema urbanos.

Sin embargo, se ha trabajado mucho sobre la cuestión de la guerra urbana y, a lo largo de los años, se ha acumulado un corpus de conocimientos sobre las operaciones humanitarias en tales contextos. François Grünewald destacó las ventajas de un enfoque por zonas para aplicar concretamente el enfoque multidisciplinar.

Las organizaciones humanitarias tendrán que seguir compartiendo experiencias en ese ámbito para responder mejor en entornos urbanos complejos. Y los donantes deberán dar prioridad a esta cuestión, ya que las ciudades seguirán estando en el centro de los conflictos y la violencia, en un mundo cada día más urbanizado. Y lo que es más importante, reducir al mínimo el trágico coste humano de la guerra y la violencia urbanas depende, en última instancia, de los Estados y de los portadores de armas, que deben respetar sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario y de otros corpus jurídicos pertinentes.

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